DECIR Y CONTRADECIR DE FERNANDO MACIAS
En Diario El Telégrafo del domingo 6 de enero, el escritor Miguel Donoso Pareja, flamante Dr Honoris Causa por la Universidad Eloy Alfaro (ULeam), se refiere a Manabí como tierra de poca producción cultural, sin ningún escritor de relevancia que mostrar. Hay que revisar cómo se construye en este país “la relevancia”. Recordemos, para empezar, que los llamados medios de comunicación de gran alcance, que son en última instancia los que difunden no solo el trabajo de un creador intelectual sino el proceso de desarrollo en general, se concentran en Quito y Guayaquil.
La mayoría de esos medios, respondiendo a una línea centralista y concentradora, tienen una visión segmentada y sesgada de la realidad de la periferia. Esta situación provoca que, salvo excepciones, algunos críticos y analistas del centro miren de reojo nuestro contexto, y solo conceptúen a esta región como la de los bikinis lindos y los viches fantásticos. Sin embargo y pese a la crisis institucional que nos agobia, Manabí cuenta con una apreciable generación intelectual en literatura y otros frentes. Algunos nombres: José y Augusto Egas Miranda, Vicente Amador Flor, Horacio Hidrovo Velásquez, Othon Castillo, Osvaldo Castro, Verdi Cevallos, Manuel Andrade Ureta, Darío Moreira, Luis Félix, Vicente Espinales, Raúl Vallejo, Humberto Robles, Jacinto Santos Verduga, Horacio y Ximena Mendoza, Horacio Hidrovo Peñaherrera, Magda Macías, Carmen Dueñas, Juan Vergara, Tatiana Hidrovo, Nixon García, Rocío Reyes, Graciela Palma, Eudaldo Flor, Libertad Regalado, Ramiro Molina, Alfredo Cedeño, Pedro y Ubaldo Gil, Víctor Arias, Juan Fernando Andrade.
Donoso escribe que la Uleam es un bastión del pensamiento más avanzado. Y si Manabí no tiene cultura, según Donoso, ¿de dónde sale ese “pensamiento más avanzado”?
Al decir que Manabí no tiene buenos escritores pero sí una editorial joven y pujante, Donoso insinúa que somos organizadores de una fiesta en la que otros se divierten.
Los nombres raros (Donoso dice que somos ridículos, cursis, folclóricos, bolsones y comemierdas, por los nombres que acostumbramos usar) están en todo el planeta. Hoy la ley prohíbe los nombres raros y exagerados. Lamentable, desafortunado y grosero el comentario de Donoso, del cual podría deducirse que ni él, con toda su experiencia mexicana, pudo “sacar algo” de sus talleres literarios realizados en Manta.
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