Manuel Eduardo Andrade Palma
LA HUELLA PERENNE O LA ANCESTRAL IDENTIDAD (1)
Jueves 04 Julio 2013 | 00:00
Tenemos la intención, en estas letras y otros escritos que vendrán, de reflexionar sobre la historia, la identidad y su significado para el hombre de hoy, para entender la sociedad y sus simbologías diversas; las mismas, que siempre concitan el interés social y epistémico de la población, precisamente en el concepto de cambio de época que se da en nuestro país.
Tenemos la intención, en estas letras y otros escritos que vendrán, de reflexionar sobre la historia, la identidad y su significado para el hombre de hoy, para entender la sociedad y sus simbologías diversas; las mismas, que siempre concitan el interés social y epistémico de la población, precisamente en el concepto de cambio de época que se da en nuestro país.
La vida y el origen de las especies -animales, vegetales y humana-, responde a un continuo proceso ambivalente -horizontal, de conformidad a su desplazamiento y poblamiento terráqueo y, vertical, en función de su proceso evolutivo ascendente-existencial, común para cada especie.
Todo lo que nos circunda es producto evidenciado de un proceso evolutivo con historicidad dialéctica lineal-materialista, lo que nos permite la interpretación, el discernimiento cognoscitivo y el logro de conclusiones fidedignas.
La huella dactilar de los eventos cotidianos de la naturaleza y el hombre, como presencia de la vida misma, en todas las connotaciones -entorno, paisajes, territorios, clima, mecanismos y medios de subsistencias, manifestaciones culturales, relaciones económicas-políticas y sociales de producción, tanto como el acervo de patrimonios y memorias- de la civilización humana y su componente vital, el ser humano, genera un concepto global que de por si es local, en torno a la identidad o memoria de una sociedad.
Los procesos civilizatorios e identitarios de los humanos, si bien están circunscritos a una territorialidad, no indica que estén desligados de su raíz primigenia integral. El hecho de la multiculturalidad, plurinacionalidad y etnicidad, de la diversidad de imaginarios y espacios territoriales, construye identidades; lo que reivindica la impregnación de un tatuaje del ¿quiénes somos?, ¿cómo somos?, ¿hacia dónde vamos? y, por último, de ¿cómo lo hacemos?
La expresión, representación y gestión humana, como identidad y memoria, nace de sí misma, fruto de la racionalidad procesual del conglomerado social, que ejercita en su desarrollo socio-político-económico y cultural, los mecanismos para perennizar su trascendencia como integrante de una sociedad.
La construcción de identidades locales, regionales, nacionales; viene conexa con las políticas referentes a su acceso, promoción y uso, por parte del Estado y sus organismos pertinentes; ajustada a los vínculos que el patrimonio cultural y la presencia país, con su componente humano, mantiene para con la construcción de la memoria ancestral y la acción de colonización-mediatización del pensamiento-conocimiento ejercido desde la conquista, forjando la quimérica historia. (Continuará)
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