HOMENAJE AL BURRO




 EN EL MES DEL MANABITISMO..MI HOMENAJE A LOS ANIMALES DE CARGA ESPECIALMENTE AL OLVIDADO BURRO POR SU INNEGABLE VALOR EN LOS USOS ANCESTRALES
Este fin de semana, mientras viajábamos a Calceta nos encontramos a don José Navarrete Loor, montado en su viejo burro que conserva por más 25 años, apuraba el paso para llegar hasta la finca, donde lo esperaban sus vacas. El lento ritmo de su fiel compañero, nos permitió acercarnos porque sabíamos que detrás de los años que delataban las canas y las encalladas manos de don José, así como las desgastadas pezuñas del asno, había una historia que teníamos que conocer y fue precisamente lo que me inspiró para este homenaje y algunas reflexiones necesarias sobre el innegable valor de este animal de carga, por el gran aporte al desarrollo de los pueblos de Manabí.

 De muchos caminos recorridos y otros tantos por recorrer, el burro no es solo el animal de carga que hizo más llevaderas las extensas jornadas campesinas, desde llevar agua en barriles por largos trayectos, cargar leña y el producto de las cosechas de café, arroz, maíz y cacao, hasta darle en cruce con la yegua, herederos más grandes, briosos y resistentes, los mulares.
Su longevidad, vivacidad y energía son solo unas de las cuantas características de este noble animal, cuyos cuidados siempre fueron bastante rudimentarios a diferencia de los caballos, que por lo regular los mantienen estabulados. Amarrados a un tronco o estaca, ven pasar los años de donde solo se les sacaba para trabajar. Para don José Navarrete, en cambio; es un animal muy especial. Cuenta que su burro le dio al menos 20 mulares a lo largo de estos años y eso le dejó además de ganancias, la enseñanza de la gratitud con un animal tan noble como su burro, al que dijo, terminará sus días acompañándolo, porque regalarlo o venderlo sería una falta de humanidad y lealtad para con su compañero. 




 l burro siempre fue un animal que se adaptó con facilidad a las condiciones climáticas más difíciles y a pesar de su frágil apariencia, es un animal muy rústico que soporta perfectamente las privaciones y las duras condiciones áridas e inhóspitas como cerros, montañas, inviernos y mucho trabajo.
Este animalito que ha sido parte de la identidad de los pueblos costeros, poco a poco está quedando en el olvido a pesar de que por varios años fue considerado como fuente del desarrollo económico de muchas localidades y pueblos, pues el burro fue antes del mular, el medio de transporte de carga más seguro y barato.
Según algunas investigaciones encontradas en la red, la relación del burro y el hombre empezó hace más o menos 7.000 años, época de las primeras representaciones en piedra de ambos juntos y durante siglos realizó todo tipo de pesados trabajos, especialmente agrícolas.






El manejo reproductivo es bastante sencillo y no existen ni paradas de garañones ni inseminación, de modo que las cubriciones de las hembras se hacen por monta natural y seleccionando a los machos de forma oral, mediante el boca a boca entre quienes se dedican a la cría de estos. De hecho en Manabí se mantiene vigente en la zona rural donde todavía no llegan las carreteras permanentes. El burro se alimenta de una variedad de subproductos agrícolas, como la hoja de maíz, la cáscara de plátano, pasto, polvillo de arroz, caña de azúcar, entre otros.

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